Como Escuela, estamos convencidos de la mentira histórica del gobierno y de que lo ocurrido en Iguala, en el estado de Guerrero, hace un año, el 26 de septiembre del 2014, es un crimen de Estado.
Los responsables de los jóvenes estudiantes desparecidos, asesinados y heridos son los 3 niveles de gobierno: el federal, el estatal y el municipal. Quienes este horrendo crimen perpetraron fue uno de los grupos criminales que actúan en complicidad con los gobiernos, con la participación del ejército y las policías federal, estatal y municipal.
Por eso, cuando nos enteramos, a través de los medios de comunicación, que los familiares y estudiantes de Ayotzinapa estaba convocando a realizar un ayuno y una marcha en la ciudad de México, a un año de los trágicos hechos ocurridos, no lo dudamos ni un momento. Como EAEZ que somos decidimos acompañarlos.
A las acciones por Ayotzinapa asistimos 2 promotores de educación y to, el maestro Filo, rector yy conserje de la EAEZ. Fuimos junto con 2 compañeros del CNI (Congreso Nacional Indígena, del cual somos integrantes), uno de Acatzingo y el otro de Cuanalá. De nuestra parte empezamos el ayuno a las 5 de la tarde del 23 de septiembre.
Sobre el pavimento, frente a la catedral, mirando de frente hacia el asta bandera, organizaciones solidarias instalaron una carpa en la que los padres y madres de los 43 desaparecidos estuvieron ayunando.
Nosotros 5 nos instalamos discretamente afuera, al lado izquierdo de la carpa. Junto a ésta estaba otro enlonado, éste de los compañeros de la Sexta. Ellos y ellas, generosos, nos ofrecieron una parte de su espacio. Y no sólo, estuvieron también al pendiente nuestro con palabras, miradas acciones de afecto y solidaridad.
Los doctores que estuvieron al pendiente de la salud de los padres, lo estuvieron igualmente de la de nosotros 5. Nos checaron la presión, la respiración, el pulso y nos recomendaron consumir suero y miel.
Al frente de nuestro improvisado campamento colocamos un altar, una ofrenda guadalupana con frutas, flores, veladoras y un libro sagrado de la antigua religión náhuatl.
Así que por 2 atardeceres, dos noches, dos madrugadas, dos amaneceres y dos medios días, estuvimos ahí, en la plancha del zócalo, el ombligo de la nación mexicana (que no el corazón, éste es el sagrado cerro del Tepeyac). Entre el Sol y la Luna, la lluvia y el frío, estuvimos dialogando, leyendo, durmiendo, meditando en silencio; mirando y escuchando.
Poco antes delas 2 de la tarde del día 25, un compañero de la sexta acudió a decirnos que deberíamos acompañar a los padres y madres en la rueda de prensa al término del ayuno. Y sí, nos paramos detrás de ellos y ellas, sosteniendo dignamente nuestros estandartes guadalupanos. La rueda de prensa termino a eso de las 3 de la tarde. O sea que los 5 que acompañamos, ayunamos en total 46 horas, 43 + 3.
Al día siguiente, el 26, participamos en la gran marcha de los Pinos al zócalo, llevando igualmente nuestros estandartes guadalupanos. Marchamos por las calles y avenidas de la ciudad que se crece para arriba, como parte del contingente conformado por el CNI, la Sexta y la Red vs la Represión.
Durante la marcha el cielo lloraba y la tierra, la madre Tierra exigía:
¡Justicia para Ayotzinapa!
El canto del viento se confundía con los gritos llenos de rabia de miles, decenas de miles de bocas, labios y corazones que caminaban la marcha. Ambos se fundían al unísono para dar voz a la indignación colectiva que coreaba:
¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!
El día 27 hubo una reunión del CNI, ahí en la ciudad de México, a la que asistieron 2 madres y un estudiante de Ayotzinapa. Él y ellas dijeron su palabra y nosotros escuchamos. Él y ella, generosos, escucharon nuestras humildes y sencillas palabras. Les refrendamos que no están solos y que cuando decimos que su dolor es también el nuestro, no es nomás de palabra, sino con nuestros corazones y acciones.