El 30 de noviembre del 2013 se llevó a cabo, en la comunidad de Ahehueyo, en el estado de Morelos, el Encuentro de Pueblos en Defensa del Territorio; Tierras, Montes, Aguas y las Libertades Políticas, convocado por la región Centro-sur, del Congreso Nacional Indígena.
Hasta el encuentro llegaron hombres y mujeres, que se reivindican como indígenas, de los estados de Tlaxcala, Puebla, Morelos, Edo. de México y Distrito Federal. Uno a uno pasó a contar su historia de lucha y resistencia.
Las siguientes fueron las palabras del maestro Filo, por la EAEZ:
Ka nehuatl in nizenkizka zemikak ichpochtli, in inantzin in huel nelli Teotl, in Ipalnemohuani, in Teyokoyani, in Tloke Nahuake, in Ilhuikahua, in Tlaltikpake.
Kan nel nehuatl in namoiknohuakanantzin, in tehuatl ihuan in ixkichtin inik Nikan Tlalpan anzepantlaka.
En la Escuela Autónoma Emiliano Zapata estamos por los derechos y la cultura indígenas.
Éste, que está frente a ustedes, es un Teoamoxtli, un libro sagrado, un códice. El original se encuentran en el Vaticano; fue pintado en nuestra tierra: la Mixteca poblana.
Este antiguo libro es lo que somos, es lo que seremos.
Queremos hablar, en esta ocasión, de la resistencia espiritual del mundo náhuatl; y lo hacemos empezando por el símbolo que representa al Congreso Nacional Indígena.
Esas 2 serpientes de cascabel que se encuentran frente a frente, pintadas en colores negro y rojo, in tlilli, tlapalli, que simbolizan la antigua sabiduría plasmada en los códices.
Como Escuela, pensamos que el meollo de la situación actual que vive el país, parte de un conflicto civilizatorio que lleva ya 5 siglos sin resolverse. Y que el Estado mexicano tuvo, en 2001, la oportunidad de darle solución; pero prefirió traicionar a los pueblos indígenas con una contrarreforma, en lugar de aprobar los Acuerdos de San Andrés.
La serpiente, en nuestra humilde opinión, es la clave para entender el conflicto civilizatorio del que hablamos.
- · Para el judeo-cristianismo, la religión impuesta por los conquistadores, la serpiente es el símbolo del mal, del demonio. Es quien incitó a una tal Eva para que comiera del fruto prohibido, según los mitos judíos. Para la religión de los conquistadores, la Madre es una mujer de piel blanca que habita entre las nubes, madre del judío crucificado, por sedición, por el ejército romano de ocupación en Palestina, hace 2 mil años.
º· Pero para las antiguas culturas indígenas de México, la serpiente, el animal que siempre se arrastra, simboliza a la Tierra; por eso es que la representaron con una falda de serpientes (la representación azteca de Coatlicue que se encuentra en el Museo Nacional de Antropología, es el más claro ejemplo). Para la espiritualidad de los pueblos indígenas, la madre es la Tierra: la madre generosa que a todos alimenta y a la que al morir regresaremos.
Contrario a lo que muchos ingenuos piensan, la espiritualidad indígena no fue exterminada por los conquistadores: Sobrevivió, sobrevive, de mil formas en el presente, por todo el territorio nacional. El caso paradigmático es el de nuestros hermanos wixaricas.
En agosto pasado, en Cideci, en el marco de la Cátedra tata Juan Chavez Alonso, escuchamos a las delegadas y delegados, entre ellos la comandanta Miriam del EZLN, reivindicar la lucha por la Madre Tierra.
Hablar de la “Madre Tierra” implica ya una cosmovisión diferente al cristianismo.
Pero la conquista espiritual continúa, al igual que la Guerra de Conquista. En varios estados de la República mexicana, en la actualidad, se presentan conflictos de carácter religiosos entre comunidades, como en Michoacán y Chiapas. Peor aún, gobernadores como los de Chihuahua y Veracruz encomiendan, en celebres misas públicas, a sus estados a su dios.
Un dato interesante. Recientemente, entre el 16 y 19 de noviembre pasado, en la Plaza Mariana, en el DF , se llevó a cabo una convención católica a nivel continental. En la que la Iglesia católica plantea y planea abiertamente una Nueva Evangelización, la reconquista espiritual del continente americano.
Actualmente el cristianismo anglosajón es el que irrumpe en nuestros pueblos. México es el segundo país, sólo después de Estados Unidos, que tiene el mayor número de mormones y Testigos de Jehová.
Compañeras y compañeros:
¿De qué cultura estamos hablando si nuestros pueblos están siendo despojados de su identidad?
¿Si en lugar de una historia propia nos ha sido implantada e impuesta, la historia del pueblo judío a través de la Biblia?
Pero regresando al asunto de las serpientes, del símbolo del CNI, permítanme contarles una pequeña historia:
Arresulta que hace algunos años, cuando andaba yo buscando, estudiando y aprendiendo la cultura náhuatl, conocí a un Huehuetzin, un venerable anciano.
Me contó que cada cerro tiene un su corazón y que éste suele ser una víbora de buen tamaño.
Él me hizo una pregunta:
¿Sabes por qué los antiguos mexicanos eligieron a la víbora de cascabel para representar a Tonantzin, Nuestra Venerada madre, la Tierra?
Yo me quedé callado. Nunca me había puesto a pensar en por qué precisamente la víbora de cascabel y no otra.
– Amo nikmati- o sea “no sé”, respondí resignado.
Entonces, generoso, el anciano nahua me explicó:
Seguramente, cuando andas en el cerro, te habrás dado cuenta que cuando te topas con una víbora de cascabel, ella se enrosca y se pone a sonar su cascabel. Lo hace para advertirte. Ella no es mala, sólo busca sobrevivir.
Pero si tú, descuidadamente o a propósito, la vuelves a molestar, a agredir, ella está lista… para lanzarse con toda su fuerza, para inyectarte su poderoso veneno.
Así meritito es la Tonantzin, Madre Tierra, cuando la molestamos, la agredimos, ella se prepara y suena su cascabel en señal de advertencia. Nos quiere decir que ya le paremos a nuestro desmadre, que ya dejemos de molestarla y agredirla o… atenernos a las terribles consecuencias
Entendí entonces que los desastres naturales han sido provocados por nuestros hábitos, por la forma de vivir que el capitalismo impone y que las trasnacionales llevan a cabo. Que Tonantzin, la Madre tierra, nos está advirtiendo que es el momento de cambiar de rumbo, es decir, de sistema.
De no hacerlo, va de por medio no sólo nuestra existencia como especie, sino la de la vida en todo el planeta Tierra. El frágil equilibrio que le tomó a la Tierra para que la vida fuera posible, está a punto de romperse, pero ahora irremediablemente,
Como Escuela, nosotros encontramos que, en el caso de la cultura náhuatl, la nuestra, la espiritualidad indígena se transmutó para no morir.
A mediados del siglo XVI, en plena guerra de conquista, los últimos sabios y artistas nahuas realizaron 2 obras de arte para salvaguardar los símbolos y las palabras sagradas nahuas, en un tiempo en que pirámides, esculturas y libros sagrados, estaban siendo quemados y destruidos:
- · Un pintor, alumno de la Escuela de fray Pedro de Gante, realizó la pintura que se encuentra actualmente en la Basílica de Guadalupe.
- · Un escribano, alumno de fray Bernardino de Sahagún, escribió, en náhuatl, la historia de las apariciones al indígena Juan Diego.
La intención de ambos era sólo una: mantener el Cerrito del Tepeyac como lugar sagrado dedicado a Tonantzin, Nuestra Venerada Madre, la Tierra.
Y es que el Tepeyac, desde mucho antes de la brutal imposición del cristianismo en estas tierras, era ya el lugar consagrado a Tonantzin
Nuestro General Emiliano Zapata mismo, cuando llamaba en náhuatl a luchar por la tierra, la nombraba Tonantzin. Cuando el Ejercito Libertador del Sur entró a la ciudad de México, los zapatistas, las zapatistas llevaban un estandarte guadalupano al frente.
En la EAEZ, además de las clases públicas, gratuitas y científicas que se imparten, estamos interpretando el mundo desde la cultura náhuatl.
Y desde ahí, hemos levantado el estandarte guadalupano para decir, decirnos y decirles que hasta ella, Tonantzin-Guadalupe, dice que:
¡Ya Basta!
Que ya basta de tanta devastación ambiental, explotación, despojo, represión y desprecio contra nuestros pueblos.
Videos (parte 1 y 2):
El subcomandante Insurgente Marcos del EZLN en la EAEZ.
15 de febrero del 2006