26 de enero del 2015
Compas:
Aquí en el pueblo ya nos estamos preparando para salir en peregrinación, caminando, hasta el santuario guadalupano de la ciudad de México, el más importante polo espiritual del continente americano.
En el mes de febrero salen peregrinaciones guadalupanas de los pueblos del estado de Puebla. La nuestra, la 18ª, es pequeña, el año pasado la caminaron 52 peregrinos, jóvenes en su gran mayoría.
En nuestra peregrinación, no todos los que la caminan se asumen como católicos. Cada peregrino tiene sus razones para caminar y estas, tan sólo por el enorme esfuerzo que implica llegar caminando, deben ser respetadas. En nuestra peregrinación no se discrimina a nadie por sus creencias o carencia de ellas; cada forma de interpretar, amar y venerar a la Guadalupana es respetada.
Yo, el maestro Filo, de la Escuela Autónoma Emiliano Zapata, he caminado esta peregrinación en varias ocasiones. También he sido compañero de la organización que se encarga de acompañar, cuidar, velar, alimentar, atender y servir a las y los peregrinos hasta su destino: la Villa de Guadalupe.
Este año me toca a mí ser el mayor, o sea el segundo de esta organización. El primero, lo que vendría siendo el mayordomo, es Juan José Ramírez, un joven de 25 años de esta comunidad de Santa Clara Huitziltepec.
Como compañeros de esta organización, este año más de 30 hombres y mujeres, nos cooperamos para cubrir los gastos de transporte (llevamos 4 vehículos: 2 cargueros para el equipaje y otro para la cocina, una camioneta para llevar la portada y otra para hacer los mandados) y alimentos para varios días. Este año estamos pidiendo una cuota simbólica de 52 pesos al inscribirse.
Cada compañero puede invitar a sus familiares y amigos.
En la peregrinación de hace un año fui el quinto (de lugar, se entiende), y me tocó ir de chofer de la portada. Esta vez, con mayor razón, también me tocará ir en la organización, por lo que no caminaré.
Pero de cualquier manera, el 8 de febrero del 2015, a las 0001 horas, nos reuniremos un pequeño grupo de personas (algunos de aquí del pueblo, algunos invitados) frente a la Pirámide guadalupana, en el Caracol que canta al Universo, en el municipio de Huitziltepec.
Después de algunas indicaciones, nos dirigiremos al centro de la comunidad, para encontrarnos y reunirnos con los peregrinos católicos que salen de misa de su parroquia. Y así empezaremos a caminar, en colectivo.
Durante 4 días, tardes, noches, madrugadas, atravesaremos cerros, barrancas, veredas, ríos, carreteras, bosques, montañas, pueblos y ciudades.
Al llegar a nuestro destino (cansados, mugrosos, con ámpulas en los pies, heridos, adoloridos), después del mediodía del 11 de febrero, quienes católicos son se dirigirán a la Basílica de Guadalupe a oír misa; pero quienes mazehuales somos, nos dirigiremos al sagrado cerro del Tepeyac.
Al estar en la cima del Tepeyac (milenario lugar de culto consagrado a Tonantzin, Nuestra Venerada madre, la Tierra) le diremos, nos diremos, les diremos:
¡Justicia para Ayotzinapa!
Sí compas, esto es lo que vamos a pedir, no un milagro sino la verdad.
Y por supuesto, todos, todas, todoas ustedes están invitad@s.
El desayuno, según los usos y costumbres del pueblo, le toca al mayor, así que, quienes estén interesados en compartir esta experiencia, les espero en la casa de mi padre, el difunto Aniceto Crisanto, en el centro de la cabecera municipal, a las 0900 horas para compartir el desayuno y prepararse para caminar.
Sólo tráiganse sus cobijas, su dignidad , y su mirada y oído atentos. Acá los esperamos.
Atentamente
Maestro Filo Z.
Huitziltepec, Mixteca poblana.