La señora Herminia Sánchez García es madre de la niña Fernanda Ortiz Sánchez, quien fue agredida de un manazo en la cabeza por su maestro de grupo, el señor Onésimo Mota Domínguez. Los hechos ocurrieron el jueves 22 de agosto del 2013, en el Quinto grado “B” de la escuela primaria Aquiles Serdán en Santa Clara Huitziltepec, Mixteca poblana.
Santa Clara Huitziltepec, Puebla.
30 de octubre del 2013
Mtro. Adolfo López Badillo
Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla.
Presente.
Me dirijo a usted para informarle que el día jueves 24 de octubre de 2013 nos hicieron llegar, a través de personal del maestro JOSE ANGEL T. FUENTES GARCIA, un citatorio para mi persona, Herminia Sánchez García, del cual adjunto copia, y otro para la señora Sofía Salvadora Díaz Castro. En ellos se nos citó para el día 28 de octubre en la supervisión escolar No. 40, en Tochtepec, perteneciente a la Dirección de Educación Primaria, con el fin de aclarar y, en su caso, fijar o deslindar responsabilidades en torno al caso del maestro Onésimo Mota, quien ha cometido, en la primaria Aquiles Serdán, actos de agresión física, maltrato sicológico, malas palabras y ofensas en contra de alumnos y alumnas, entre ellas nuestras respectivas hijas, Fernanda Ortiz Sánchez y Mayra Monserrat Díaz Castro.
Llegamos a la cita a las 9 de la mañana. Ya se encontraban en el lugar el supervisor JOSE ANGEL T. FUENTES GARCIA acompañado de 2 personas que dijeron ser parte de su personal, el maestro agresor, ONESIMO MOTA DOMINGUEZ, dos abogados del SNTE y un hombre que, nos comentaron, sería quien iba a redactar nuestras denuncias.
Lo primero que hicieron fue pedirnos nuestras credenciales, a las que les sacaron copias. Dijeron que ese era el procedimiento requerido. El supervisor nos dijo que no es que quisiera asustarnos, pero todo lo que ahí dijéramos podría ser utilizado en un juzgado en nuestra contra. Nos pasaron a declarar una por una.
Yo pasé primero. Me quedé yo sola con todos ellos. Me sentí incomoda, intimidada ante sus miradas. Les comenté que algo me decía que todo eso era atípico, que algo no andaba bien. Ellos me contestaron que eran las normas, que era necesario hacerlo por haber llevado nosotras el caso ante los Derechos Humanos (el número de expediente del nuestro es el 12829/13-C).
Les especifiqué desde el principio que ya no recordaba con exactitud las fechas y las horas exactas en las que mi hija me dijo de las ofensas, insultos y discriminaciones en contra de los alumnos del grupo que tiene a su cargo el maestro ONESIMO MOTA DOMINGUEZ. Después de terminar mi declaración les comenté que no era mi intención perjudicar al maestro Mota, que yo había asistido con la intención alcanzar la reconciliación y de llegar a un acuerdo digno para todos.
Después pidieron la presencia de la Sra. SOFIA SALVADORA DIAZ CASTRO. Uno de los abogados me prohibió salir de la habitación porque argumentó que yo podía aconsejar a la señora Sofía sobre lo que fuera a decir. Ella les expresó que su hija quería decirles algo (que días antes el maestro Mota les había ordenado en clase que si les preguntaban que sí él le había pegado a la niña Fernanda Ortiz, ellos contestaran que no) a lo que inmediatamente uno de los abogados le reprochó el que tanto ella como su hija tuvieran los mismos apellidos, y la cuestionó sobre su relación con su propia hija. Terminó diciéndole que no podía autorizar la declaración de la niña porque ella no acreditaba ser la madre.
La señora Sofía rindió su declaración, y cuando ella me preguntó acerca de una fecha, los abogados dijeron que no me podía preguntar nada. Al terminar llamaron a la señora Andrea Cortes Juárez, quien iba con nosotras. La señora Andrea declaró que su hijo fue agredido físicamente por el maestro Onésimo Mota, quien le jaloneó la nariz, hasta dejársela morada. También contó que cuando le pidió a la directora que hiciera algo, ella, la directora, respondió que no era la primera queja contra el maestro, que ya había otras tres.
Después pasaron las 2 testigos a favor del maestro Onésimo Mota. Al terminar las declaraciones, el supervisor y los demás dijeron que iban a comer y a estirar las piernas, que más tarde seguirían con las declaraciones a favor y en contra de la directora de la primaria Aquiles Serdán, Maricela Zapata Muñoz.
Esperamos afuera del aula por más de dos horas. Mientras esperaba le pregunté a uno de los abogados que por qué había en el lugar mucha gente de la comunidad de Santa Clara Huitziltepec (padres de familia del comité de padres y del de desayunador que asistieron para apoyar al maestro Onésimo Mota) si el mismo supervisor, en la reunión que con él tuvimos en la primaria Aquiles Serdán, nos dijo que eso no se debe hacer (ya que en aquella ocasión habían asistido algunos padres de familia cuyos hijos habían sido agredidos por el maestro en cuestión) puesto que cuando hay más de 3 personas se puede tomar como amenaza de linchamiento. La situación era muy tensa pues los acarreados del maestro Mota se la pasaron mal mirándonos y hablando de nosotras, nos sentimos intimidadas y acosadas.
También pregunté si la presidenta del DIF municipal de santa Clara Huitziltepec, quien para ese momento ya había llegado, podía declarar, ya que ella había recibido quejas de varios padres de familia en contra del maestro Onésimo Mota. El abogado respondió que no, que por el cargo público que ella ostenta no podía declarar y que si lo hacía podía ser sancionada hasta en su cabildo; aseguró que así es la ley.
En cierto momento uno de los abogados le comentó al otro que la regidora de educación (de Santa Clara Huitziltepec) estaba grabando. Yo le dije que ese era un lugar público, a lo que él respondió que no, que esas instalaciones son del gobierno. El abogado aseguró que no podíamos grabar nada ahí dentro, asegurando, y amenazando, con que de hacerlo él podía llamar a la policía municipal y nos podían llevar detenidas.
Cuando finalmente me llamaron, lo hicieron para darme varios juegos de hojas para firmar. Yo pregunté si esa era mi declaración y me contestaron que sí. Yo, cansada, sin comer y harta de esperar, procedí a firmar. En ese momento llamaron a la señora Sofía Díaz para que firmara su declaración, ella se puso a hojear los documentos. Entonces, ella me preguntó si había leído lo que decían la ultima y otras hojas. Noté las miradas acusadoras y enojadas de los ahí presentes, nos observaban.
Leí lo indicado por la señora Sofía. En las hojas se leía que el maestro Onésimo Mota rechazaba categóricamente las acusaciones en su contra. Los abogados firmaban como sus testigos. En esa hoja se referían a mi hija como la niña María Fernanda Ortiz Sánchez, el cual no es su nombre pues mi hija se llama Fernanda Ortiz Sánchez, a saber de donde sacaron lo de María.
Por si fuera poco, los abogados objetaban nuestras declaraciones porque no habíamos acreditado, con los documentos correspondientes, que las niñas eran nuestras hijas. La señora Sofía les aclaró a los abogados que en el citatorio que nos habían enviado en ninguna parte mencionaba el asunto de llevar dichos documentos; así como tampoco que teníamos que llevar precisamente 2 testigos cada una. Una señorita ahí presente respondió que el citatorio sí lo especificaba, a lo que la señora Sofía le pidió que entonces se lo leyera.
Uno de los abogados, en tono altanero y prepotente, le dijo a la señora Sofía que sólo le dijera si iba a firmar o no. La señora Sofía mostró la hoja en donde nos citaban y le pidió que leyera donde especificaba que solicitaban 2 testigos de cargo. Les dimos las gracias, dispuestas a retirarnos, y les pedimos una copia de nuestras supuestas declaraciones, a lo que respondieron con un rotundo NO. Nos reiteraron que esas declaraciones son las que les piden por las quejas ante la Comisión de Derechos Humanos.
Yo sólo alcancé a firmar el primer juego de hojas y no los demás, eran como 6 juegos en total. Ni la señora Sofía Díaz ni la señora Andrea Cortes firmaron nada. Nos retiramos del lugar, todavía faltaban las declaraciones en contra de la directora Marisela Zapata Muñoz.
Es verdaderamente indignante y vergonzoso que nos usen y usen a otras personas; que sean capaces de mentir y hacer trampas; que nos interroguen como viles delincuentes; que cuestionen nuestra situación de madres solteras; y que nos acusen de violar los derechos del maestro Onésimo Mota por ser adulto mayor: ¿Y los derechos de nuestras hijas e hijos?
Mientras todo esto ocurre, mi hija tiene miedo de que el maestro la reprenda por haberse acusado, por lo que lleva ya más de 2 meses sin asistir a clases a la escuela primaria Aquiles Serdán; yo no la puedo llevar a la fuerza. Y no regresará hasta que se establezcan condiciones que garanticen su integridad física y emocional.
Esperamos que la dependencia a su cargo tome cartas en el asunto. Sin más por el momento, reciba un cordial saludo.
Atentamente.
Herminia Sánchez García